Es evidente que hay en el o en mí, o en ambos a la vez,
alguna imposibilidad, algún prejuicio que nos estropea el amor.
Porque aunque yo siempre haya estado en falta conmiga misma,
aunque siempre haya afrontado la vida con preocupación y con desgano,
hubo un tiempo en que me gustaba la amargura,
en que, por lo menos, apreciaba los contrastes complementarios,
como si se tratase de colores y se prestaran recíprocamente su sin sentido;
hubo un tiempo en que confundía
la esperanza con el soñar despierto.
Esa aquiescencia, esa mansedumbre,
bien podrían tomarse por alegría,
y acaso justificaran mi fama de entonces
(una muchacha que la sabe vivir, un jaranero),
que hoy en día me parece fabuloso recuerdo.
Mario Benedetti.