No supo repartir sus fichas y su cielo ennegrece, nunca fue un listo de pesos, siempre un listo de centavos. Su boca arde en maldiciones que se tragan mal, sus aventuras pegan mal y anuncian poco. El tipo maduró pronto y se pudrió bien temprano, un barro que asfixia esa anguila es la salvajada. Demasiados los moretones, muy pocos encantamientos. Son tantos los cocineros que joden la sopa.